Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

martes, 27 de junio de 2017

Conferencia La filatelia en Miguel Hernández


El 26 de junio a las 19.30 horas en Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Alicante, impartimos la conferencia "La filatelia en Miguel Hernández", por José Miguel Esteban de la Ossada, presidente de la Sociedad Filatelcia y Numismática de Alicante, y Ramón Fernández Palmeral, hernandiano, que habló sobre la biografía del poeta y de Josefina Manresa.

lunes, 19 de junio de 2017

Correspondencia de Miguel Hernández a Carlos Fenoll, por Ramón Fernández Palmeral en Ágora

Sobre el mito de la correspondencia de Miguel Hernández a Carlos Fenoll

Por Agora

EL TEXTO REPASA LAS CARTAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ DIRIGIDAS A SU AMIGO CARLOS FENOLL O QUE CONTIENEN REFERENCIAS A ÉSTE.
Sobre el mito de la correspondencia de Miguel Hernández a Carlos FenollDamos por sentado que nos encontramos ante un poeta desconocido que no se sustenta por si solo sin el andamiaje mediático del autor de El rayo que no cesa. Sin embargo, por desconocido no es un poeta menor. Fenoll es un caso insólito, pues siendo cita obligada en las biografías hernandianas, no aparece en las bibliografías, cuando en realidad fue el mejor biógrafo posible, de haberse conservado la correspondencia cruzada y haber escrito algún libro. Carlos renunció a ser su biógrafo en los años juveniles. Que quizás, con el soporte de una buena editorial le hubiera reportado cuantiosos beneficios; y, en cambio, se dejó llevar por la sombra vencida al ver tenebrosa la vida, excusándose en que no quería recordar el pasado, suplicaba que, por favor, no le hablaran más de Miguel. Por la lógica de los sentimientos, pensamos que, si una persona quiere olvidar los fantasmas del pasado es debido a que no le fueron gratos, y uno de estas neuronas encendidas fue el recuerdo de Miguel. ¿Por qué? Prácticamente todos los biógrafos desde Pérez Álvarez, Antonio García-Molina, Manuel Molina, José Guillén, Muñoz Garrigós, Joaquín Ezcurra, Vicente Ramos, Martínez Marín, Moreiro, Eutimio Martín, García Selma… coinciden en afirmar que quemó, como ya hemos comentado, en el horno de la tahona, una supuesta maleta llena de cartas y originales de poemas para la revista Silbo, de la que era director; más ejemplares de la revista no vendidos que también se convirtieron en pavesas como cometas. Jamás en la historia se han comido panes más poéticos, más hernandianos y más feroces del fuego. Mucho se ha especulado –sin pruebas documentales– sobre la desaparecida correspondencia de M.H. en su poder y los originales de otros poetas que le mandó Miguel desde Madrid para publicar en el número tres y posibles sucesivos de la misma revista. No obstante, salvó ocho sonetos y varias cartas, la de ¿mayo-junio? de 1936 O.C. 2404 y la de 12 de junio de 1936 O.C. 2423, y que Molina publicó en el libro Canto encadenado, Instituto de Estudios Alicantinos, nº 35, 1978, p.12, Molina escribe: "Del aprecio y afecto de Miguel Hernández por el panadero hay innumerables pruebas, muchas de ellas publicadas en libros y revistas interesadas en la vida del genio oriolano, otras se perdieron en el fuego, en la hoguera que de sus papeles íntimos hizo Carlos Fenoll, intentando purificar su pasado, y algunas pocas pasaron al archivo de sus amigos más próximos", Entre estos amigos más íntimos estaba el propio Molina que recibió dos cartas y ocho sonetos de MH. En carta a Vicente Ramos, tras recibir Carlos el libro Seis poemas inéditos, le hace una confesión que confirma la “negligencia” en la custodia del legado: "Me alegra -nos dice el 28 de agosto 1951- poder guardar ahora estas cosas de Miguel, que he tenido tantas veces y otras tantas las he perdido por mi incurable dejadez (...) Algo terrible, que yo, menos que nadie, me perdono". No sabemos la fecha de la inclemente incineración pero por el poema “Hora maldita” de 1943, pudiera ser cierto. Las causas pudieron ser, entre otras, el temor a conservar documentos que le pudieran llevar a la cárcel o fusilamiento, si un registro de falangistas llegara a su casa. En la posguerra MH era un amigo peligroso, no obstante, aparece en el homenaje del “ciprés máximo” el domingo 26 abril del 42 junto a otros amigos y hernandianos, ya nombrados anteriormente. ¿O que le remordía la conciencia ante actuaciones y omisiones no reveladas?, aunque latentes y enmascaradas en olvidos voluntarios y lapsus memoriae o amnesia espontánea. Por lo que hemos visto y estudiado existió un periodo de empatía entre Carlos y Miguel Hernández desde los años 1928 a julio 1936, donde las cartas –según el epistolario, fluyen-; a partir de esta fecha ya no hay cartas ni alusiones a Carlos en el epistolario a Josefina Manresa -excepto la carta a la familia Fenoll del 3 de mayo de 1939. Quizás debido a desacuerdos entre ellos por el último número de Silbo, la separación física por inicio de la guerra o peticiones de favores no correspondidos. Lo que no disponemos son de la cartas de Carlos a Miguel, que deben encontrarse, hoy, en el Archivo de Miguel en cajas fuerte de algún banco de Elche, después de haber salido del Centro de Estudios de Investigación MH de Elche por desacuerdos entre los herederos y la nueva corporación municipal del PP. Veamos las cartas que poseemos con referencias o dirigidas a Carlos Fenoll, que obran en las Obras Completas RBA Tomo II, impresas en las páginas: 2291, 2293, 2294, 2297, 2367, 2389, 2404, 2423, 2545. 1.- Cartas a Ramón Sijé donde hace referencias a Carlos Cuando MH decide iniciar su primer viaje a Madrid, Carlos colaboró con algunas pesetas de su bolsillo e incluso le acompañó a la despedida en la estación de Orihuela el 30 de noviembre del 31 junto a Ramón Sijé. Las primeras cartas de MH están dirigidas a Ramón Sijé -verdadero corresponsal de esta época- no a Carlos. Con recaditos y recuerdos o alusiones a Fenoll, son cuatro las referencias que tenemos: A).- Primer carta desde Madrid de 11 de enero de 1932, le escribe a Sije: A Fenoll, que no se aparte de mí” (O.C. II, 2291) B).-Segunda también desde Madrid a Sijé de 6 de marzo del 32. (O.C. p.2293) “Dile a Fenoll que cante y cante y cante… la teneseora” y que te ame mucho” C).- Tercera la carta desde Madrid a Sijé de 17 de marzo del 32. (O.C. p.2294) "(Que lea esto Fenoll) Carlos: ¿Te acuerdas de la niña aquella que vi la última tarde de mi estancia en Orihuela? Pienso en ella a todas horas. No te rías. Aunque te parezca absurdo estoy como tú... Haz el favor de darle (lo más discretamente que puedas y a solas si es posible) ese sobrecito. Decidme si hay procesiones. Aquí ni se notará que es Semana de Pasión. Ved a mi madre y preguntadle por qué no recibo carta suya. Saludad a todos los amigos. Abrazos." D).- En carta a Sijé desde Madrid 5 de mayo de 1932 (O.C. 2297) “Esta mañana he recibido carta de (¿Fenoll? ¿Poveda?)... y en cuyo exterior me manda un bonito romance… más parece un madrigal. La escribiré un día de (éstos, puede que ) tal vez mañana." 2.- Cartas dirigidas a Carlos Fenoll Tras la muerte de Ramón Sijé en la Navidad de 1935, Miguel tiene mucho interés en publicar el ensayo sobre el romanticismo de Sijé, y escribe a Juan Guerrero Ruiz, a los padres de Sijé, a José Ballester de La Verdad de Murcia, lo intenta con Manuel Altolaguirre, con José Bergamín, sin éxito. Escribe a Manuel Manresa Pamies –padre de Josefina Manresa- para reiniciar su relación de noviazgo epistolar con Josefina Manresa, y además con Fenoll, al que le escribe directamente para sus intereses: A).- La primera desde Madrid es una larga carta, siempre interesado, es de febrero de 1936 (0.C. 2367-2370). Se inicia con una excusa: “Nuevamente ocupada la tinta. Asuntos de imprenta y de mil demonios me han tenido la mano sujeta para no poder escribirte. Recién editado mi libro El rayo que no cesa [salió el 24 de enero de 1936 en la editorial Héroes], en cuanto me den ejemplares estará entre vosotros”… La carta ocupa tres páginas, el resumen gravita en que necesita buscar un apoyo financiero y también de recadero. Le habla sobre la edición de su libro El rayo que no cesa, le anuncia que vendrá con libros para poder venderlos todos y poder pagar a Manuel Altolaguirre. No dudamos que Fenoll le comprará un ejemplar y que se lo dedicará. Además le dice que ha hablado con José Bergamín para publicar el ensayo de Sijé, se trata de La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas, que había recogido en el Ministerio de Instrucción Pública. Rechazado por Altolaguirre con la excusa de no tener linotipia para una edición unas 300 páginas. La verdad es que el original de Sijé es complejo y árido de leer, texto que necesitó de una poda y un índice. (Ensayo Simbología secreta de “La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas”, de Ramón Sijé, Ramón Fernández Palmeral, Ediciones Palmeral, Alicante, 2005) Le dice que ha recibido un poema muy raro de Poveda “La choza del ringorrango…” Le anuncia una segunda Elegía a Sijé dirigida a la novia y hermana Josefina. También le comenta que ha recibido una carta de Justino con unos trabajos. Le dice esa repetida frase de “Tú haces lo mejor cantando hacia dentro de cuando en cuando y no hacia fuera. Pierde la mitad del verso que se diga y gana doble el que se queda en la garganta”. Le manda saludos para todos los amigos del barrio: Rosendo, el Mella, Gavira, el Habichuela, Tafalla, José María, el Moya… […] “Di a Poveda [Jesús] que ese deseo suyo que le acomete a destiempo es tonto. Vale más hacer un pan que un periódico”, puede ser el preludio de Silbo. Le dice que no escribe a su primo [Antonio Gilabert Aguilar] ni a Molina [Podría ser Antonio García-Molina o Manuel Molina Rodríguez], saludos a Bascuñana [José Murcia Bascuñana]… a tu madre [Monserrate], a Efrén, Josefina [Fenoll], a Carmen [hermana de Carlos]… Es decir, se aprecia en esta carta un deseo de emprender una relación epistolar. B).-La segunda, desde Puertollano de marzo del 36 (O.C. 2389), es una tarjeta postal, la escribe desde Puertollano, donde está en una de las Misiones Pedagógicas por la Mancha y Andalucía. Donde le dice que vendrá por Pascua, se está refiriendo a la Pascua de Resurrección, Semana Santa. La Josefina que nombra en esta carta “Di a Josefina que no se acongoje por mi llegada”, se refiere a Josefina Fenoll.Sobre el mito de la correspondencia de Miguel Hernández a Carlos Fenoll Reproducción del manuscrito de una tarjeta postal de Miguel Hernández enviada a Carlos Fenoll desde Puertollano en marzo de 1936 C.- La tercera aunque aparece con fecha de mayo de 1936 (O.C. pp.2404-2405), está comenzada en una fecha y terminada semanas después, posiblemente a primeros de junio, en la que le habla de que ha recibido el libro de Poemas, 1936. Le comenta que ha recogido 50 ejemplares de la revista Silbo. Se sorprende que saliera un segundo número. Se dirige a Carlos con “Señor director de Silbo”. Lo cual indica el interés por la amistad para fiscalizar en la revista. Le manda un recado a Poveda para que no imite el estilo de Pablo Neruda y haga sus propios sonetos, con su propia voz. Ha recibido de Ramón Pérez Álvarez un prospecto del Teatro Circo. Le dice que le manda dos poemas, uno es un soneto de un poeta sevillano que empieza amigo suyo. Y el otro es de un amigo de Aleixandre, que tenía interés en que se publique. No dio el nombre suponemos que podría tratarse del poeta antequerano José Antonio Muñoz Rojas (1909-2009). D.-La cuarta carta está fechada el 12 de junio 1936 (O.C. 2423). Se inicia con cierta frescura: “El tiempo que no es oro para mí, sino cosas más amargas que el metal, me hace escribirte a máquina estas cartas por la prisa que me da para muchas cosas…” Responde a una carta de Carlos, -cuyo original no sabemos donde se encuentra actualmente- en la que le dice MH que se la ha leído a Aleixandre, antes de irse para Miraflores de la Sierra… Le comenta su deseo de que Aleixandre vaya a Orihuela, a Neruda también se lo ha propuesto y no sabe si irá alguna vez. Aleixandre piensa escribirle a Fenoll y a Ramón Pérez Álvarez, y que ellos dos le escriban porque está enfermo (le falta un riñón) y muy solo. Le enuncia una buena nueva: “Se habla mucho del movimiento Silbo. Desde ahí parece que nadie se entera de nada, pero los mejores hombres de letras de Madrid se interesan más de lo que uno se cree”. El 11 de junio se organizó una despedida en casa de Aleixandre calle Velintonia nº 3, donde acudieron Neruda, Altolaguirre, Concha Méndez, el pintor Rodriguez Luna y Miguel Hernández. Le comenta que tiene escrito dos actos de El labrador de más aire, cuando vaya a Orihuela les leerá todo lo que tiene. Le aconseja a Carlos que no se precipite en sacar el tercer número, que cuando él llegue a Orihuela sacan juntos el tercer número, “Quiero -en tono imperativo- que vaya en primera página Vicente Aleixandre”. Le dice que tiene en la Revista de Occidente la Elegía a Garcilaso de la Vega y “Sino sangriento”. Por esta carta sabemos que el 13 de junio recitó en Unión Radio de Madrid. Una vez más pide dinero para ir a Orihuela, “por eso lo he enviado a la revista” se ha a entender que los ha tomado a cuenta de lo que había cobrado de la venta de algunos ejemplares de la revista. De ser cierto debió enfadar a Carlos y al Grupo, lo que suponemos es que Silbo, como cualquier revista poética de aquella o de esta época, debía ser una ruina económica. Para contentarle le manda una foto del torero Lagartijo, sabedor de su afición taurina. Piensa escribir a Ramón Pérez Álvarez pero renuncia por el agotamiento de un día ajetreado. E).- La quinta y última carta enviada desde la cárcel de Torrijos de Madrid, de fecha 31 de mayo de 1939 (O.C. 2545), pero dirigida a la familia Fenoll como hermanos y primos, puesto que los presos no podían escribirle a los amigos, sólo a la familia. Por puras ansias de libertad necesita que los amigos le escriban, les dice: “Josefina escríbeme y dime de Poveda[…] Escribidme Carlos, Ascensión y decidme muchas cosas para sentirme más acompañado aquí. Habladme de vuestros hijos, del horno, Efrén: de Orihuela, de Justino, del río ese que nos sigue arrollando desde lejos”. No tenemos constancia, hoy por hoy, si esas esperadas cartas de la familia Fenoll llegaron o no a manos de Miguel. Lo cierto es que, en el epistolario de Obras Completas, no aparecen más referencias a la familia Fenoll. A partir de esta fecha no tenemos cartas de MH, bien por que se han perdido o por que no se escribieron por diferentes razones, que si no apuntadas sí latentes. 3.- En septiembre del 39 Carlos estaba escondido en su casa Cuando ponen a MH en libertad de forma inesperada en la cárcel de Torrijos el 15 de septiembre del 39, bien por un error burocrático entre la jurisdicción civil y militar, o bien por una Orden de Franco que instaba a poner en libertad a todos los presos que todavía no hubiesen sido juzgados, como fue el caso revelado del humorista Miguel Gila, se viene a Cox. Otras versiones oficiosas apuntan que ante la imposibilidad del régimen franquista de alimentar a cientos de miles de presos republicanos tuvieron que excarcelarlos, pues se les morían de hambre. Transcribo unos datos biógraficos de dudosa verosimilitud, cómo Manuel Molina y Carlos visitan a MH en Cox: "Nuestro último encuentro fue al principio del otoño del año 1939. Mi hermana mayor me dijo que Miguel había estado en mi casa preguntando por mí y que tenía prisa por llegar a Cox, donde estaban su mujer y su hijo. Al día siguiente, a primera hora, salí para Orihuela, donde comuniqué a Carlos Fenoll la noticia. Nos pusimos de acuerdo y partimos al mediodía para Cox. Cuando llegamos, Miguel dormía, la siesta. Después de los abrazos de rigor, de unas ensaladas y unos vinos, le preguntamos a Miguel qué era lo que pensaba hacer. Nos dijo que había estado más de cuatro meses en una cárcel de Madrid y que había salido libre y sin ninguna denuncia, que ahora pensaba dedicarse a trabajar la tierra. "Por lo pronto—nos dijo—, mañana voy a Orihuela a ver a mis padres de la calle de Arriba y a los de la calle Mayor” (Miguel Hernández y sus amigos de Orihuela,1969:72-73) En una conversación coloquial es innecesario decir que voy a visitar a mis padres de la calle de Arriba y luego a los de la calle Mayor, con decir voy a visitar a mis padres y a los de Sijé ya es comprensible. Como ya he comentado desde el golpe de Casado, marzo del 39, el miliciano Carlos Fenoll, que había servido en el frente republicano, regresó a Orihuela estuvo escondido en su casa sin poder dar señales de vida, pues de lo contrario sería detenido y enviado a la cárcel o a los campos de concentración hasta depurar sus responsabilidades ante los franquistas. La mañana del 28 de septiembre, Miguel, que nunca dejó de ser un ingenuo y se creía inmune porque no tenía delitos de sangre, sino como agente de propaganda y periodista, fue desde Cox a Orihuela a visitar a sus padres y a los padres de los Sijé en la calle Mayor 27; al terminar esta visita, por la tarde, sale con Justino Marín y en la puerta de Eusebio Escolano, diputado de la CEDA, es insultado por José María Martínez el Patagorda, oficial del Juzgado Municipal, que se la tenía jurada y llevaba tiempo buscándole, y había estado en Cox con tal motivo, éste le denunció al inspector de la Guardia Municipal Manuel Morell Rogel, que fue quien le detuvo y lo llevó a Comisaría. Justino le acompañó y se quedó esperándole en la puertas pero ya Miguel no salió más, sino que le llevaron al Juzgado Militar nº 2 ante el alférez Lucas Girona (podría tratarse de Francisco Lucas Girona, luego alcalde de Orihuela desde 11 de marzo de 1943), desde aquí a la Prisión Central (Edificio del Seminario Diocesano de San Miguel), en el seminario que había sido convertido en Campo de Trabajo por los republicanos desde junio de 1937, desde que expropiaron todos los edificios religiosos oriolanos, que ejercían funciones de diferentes usos y alojamientos de refugiados, cuarteles de tropas y Academias de Oficiales de Carabineros (“Orihuela y la Guerra Civil”, hermanos Agustín y Ricardo Castaño Martínez, 2011) Durante los dos meses de detención en el sótano del seminario, Miguel escribió, según consta en el Tomo II de las Obras Completas, siete cartas a Josefina, dos a José María de Cossío y una a los padres de Ramón Sijé, sin fechar, posiblemente en la primera semana de octubre del 39 (pero con la dirección de calle Arriba 73). En la que increpa a Justino de su poco ánimo y estado enfermizo que sigue bajo la falta de sus padres, y que parece ser le dejó solo en la puerta de la Comisaría: "Justino: No creo [que] estés esperándome a la puerta de la Comisaría todavía. Dime cómo se desenvuelve tu juventud, expuesta a muchos peligros y devaneos, a muchas frivolidades que luego pueden acarrear consecuencias graves. Mírate en mi espejo, y no quieras que te suceda nunca cosa parecida. ¿Escribes?, ¿tienes novia? Estás excesivamente animado de calor materno. Siempre te lo he dicho. Tu salud y tu reposo serán sabrosos y mejores el día que empieces a decidirte a vivir más independientemente del cariño paterno y fraterno, sin que quiera decirte que los menoscabes y los abandones. Marilola, ¿cómo te va? Seguramente mejor que toda la familia, y eso es bueno. Muchos abrazos y recuerdos para todos y hasta pronto o hasta tarde". (“Últimas cartas inéditas de Miguel Hernández”. Aitor L. Larrabide, Letras de Deusto, nº 86, enero-marzo 2000). (Según Aitor, se trata de una fotocopia del original pues éste se perdió hace tiempo. Es una cuartilla escrita por las dos caras, de difícil lectura). Como suponemos, que los Fenoll no respondieron a las cartas de Miguel de 31 de mayo del 39 desde su primera detención en Torrijos. La relación se ha roto, y por ello no es lógico que exista un encuentro en Orihuela entre MH y Carlos o con Efrén durante la segunda quincena de septiembre de este mismo año. Como hemos repetido varias veces Carlos está oculto como topo de guerra. Durante sus dos meses de cautiverio en los sótanos del seminario nadie, ni padres, ni amigos, le visitan, sí acude varias veces su esposa con Manolillo, a llevarle ropa o comidas (sobre todo huevos). Su hermano Vicente pidió una vez permiso para visitarlo pero no se lo dieron. Había que sacar un permiso de visitas. La única destinataria de las cartas será Josefina Manresa, son cartas agónicas y desesperadas, pregunta por los amigos pero sin especificar nombres : "…y dime si hay noticias de alguien de los que esperaba contestación… Con que venga un día mi padre basta " [no fue que sepamos]. (O.C. 2571) En otra carta de octubre del 39 desde el seminario a Josefina, le pregunta si alguno de los amigos a los que ha escrito le ha contestado: "Quiero saber si algún amigo ha tenido la ocurrencia de contestar a mis cartas y a mi petición..." (O.C. 2571.) En otra carta de octubre: "…Voy a tener que escribir otra vez para que nuestros amigos se acuerden una vez más de nosotros. No me gusta pedir, me agrada y me alegra dar".(O.C. 2572) Otra carta de octubre: "No me has mandado ni una nota tuya ni esas cartas de los amigos.. Mira que me hacen falta noticias vuestras con que matar el tiempo, aquí más largo que en ninguna otra parte…."(O.C., 2573) El poeta encarcelado no nombra ni a Justino, ni a Bascuñana, ni al primo, ni a Carlos, ni a Manuel Molina, ni a Josefina Fenoll, ni a Poveda éstos ya estaban en el exilio. No fue posible la ayuda humanitaria de los amigos. Es posible que estos amigos reclamados en cartas fueran otros: José María de Cossío o Vicente Aleixandre o Germán Vergara en Madrid. Otra carta de octubre: "Nada. No aparecen por aquí esas cartas que te he pedido. ¿Qué pasa? Tú no sabes el tiempo que tengo para aburrirme aquí. (O.C.2575)…" Estuvo más de dos meses en el seminario-prisión y no hay testimonios de que aparecieran por allí cartas ni sus amigos de Orihuela. Por ello, Miguel ni le nombra ni le nombrará desde entonces. La última carta dirigida directamente a Carlos es la ya mencionada del 12 de junio de 1936 (O.C. 2423). Además de a Josefina, escribió a Cossío, seguramente a Germán Vergara, a Vicente Aleixandre a y a todos sus amigos de Orihuela: Justino Marín se lleva sus ironías. Quizás también escribió a Bellod, a Bascuñana, a Lizón. Durante sus años en las cárceles: Torrijos 65, Conde de Toreno, Palencia y penal de Ocaña nunca tuvo visitas de los padres ni de su mujer. Ya en Alicante recibió las visitas casi diarias de su mujer y de su hermana Elvira, casada con Francisco Moreno Soriano, empleado de banca, nunca de sus padres. Su hermano Vicente estuvo tres veces. En el mes de marzo de 1942 fue a verle don Luis Almarcha, acompañado del director del Reformatorio, de Gabriel Sijé, Antonio Fantucci y Alfonso Ortuño para darle “consuelo espiritual”, cuando lo que necesitaba Miguel era un sanatorio para tuberculosos. Cuando murió Miguel, al día siguiente los amigos Eladio Belda, Mariano Cremades y Justino Marín fueron a ver al padre para darle el pésame, dijo en la puerta de su casa “Él se lo ha buscado”. No tenemos constancia de que ningún Fenoll fuera a darle el pésame. Tampoco se conoce ninguna elegía de Carlos “publicada” dedicada a MH. Sí estuvo en el homenaje en el ciprés máximo de 29 de abril del 42. Existe una fotografía –sin fechar- de Carlos con el padre de Miguel realizada por Antonio García-Molina Martínez, en el huerto de la higuera. Es decir, hoy en día no se conocen ni las causas, ni los motivos, ni la fecha del quebrantamiento de esta amistad, que en este trabajo hemos tratado simplemente de exponer sin aventurarnos en conclusiones. Ramón Fernández PalmeralArtículo cedido y autorizado para su publicación por Ramón Fernández Palmeral, autor del libro Carlos Fenoll: trayectoria vital y poética, Editorial Palmeral, Alicante 2012, año del centenario nacimiento del poeta oriolano Carlos Fenoll Felices.

miércoles, 14 de junio de 2017

Orihuela

 El espacio contará con más de 2.000 documentos, libros y publicaciones originales sobre el poeta

13.06.2017 | 12:29
La Casa Natal de Miguel Hernández se convertirá en un Centro Cultural y de Atención al Visitante
La Casa Natal de Miguel Hernández se convertirá en un centro cultural dedicado a la vida y obra del poeta oriolano que incluirá un espacio de documentación audiovisual, con más de 2.000 documentos, y un centro de atención al visitante, con toda la oferta cultural del municipio. Así lo ha anunciado esta mañana la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Orihuela, Mar Ezcurra.

"Queremos que esta casa donde nació Miguel Hernández sea un espacio cultural lleno de vida y actividad dedicado a potenciar la vida y obra de nuestro poeta", ha explicado la concejala, quien ha estado acompañada por el director de la Fundación Cultural Miguel Hernández, Aitor Larrabide, quien será el encargado de gestionar, junto a Cultura, el centro de documentación audiovisual. Un espacio que contará con más de 2.000 documentos que pertenecen a la Fundación Cultural Miguel Hernández.
Entre ellos se encuentran más de 80 carteles de actos organizados desde los años setenta relacionados con el poeta, cuatro dibujos originales cedidos por la familia de Francisco Díe, vinilos donados por Ildelfonso Cases Andréu y diversas publicaciones originales del poeta.

"Se trata de un proyecto muy ambicioso y abierto a la participación de todos, investigadores, estudiosos, asociaciones y todo aquel que quiera conocer de cerca cualquier aspecto de la vida y la obra de Miguel Hernández" , ha explicado Aitor Larrabide, quien además atenderá personalmente a quienes consulten el archivo.

"Además de estos fondos digitalizados, en la Casa Natal se podrán consultar libros y publicaciones originales sobre el poeta, audiovisuales y se expondrán de manera periódica documentos, cuadros, carteles, fotografías y materiales relacionados con el poeta oriolano. Documentos de un valor incalculable que ayudarán a engrandecer más si cabe la figura de Miguel Hernández y a acercar más su obra", ha anunciado Mar Ezcurra.

El proyecto de adecuación de la Casa Natal del poeta, redactado por la concejalía de Cultura, también contempla convertir el inmueble en un Centro de Atención al Visitante, "donde un informador cultural recibirá, atenderá y guiará a quienes visiten nuestra ciudad atraídos por Miguel Hernández, por nuestro patrimonio y por nuestra gran oferta cultural", ha explicado Ezcurra, quien ha avanzado asimismo que "en este centro de atención al visitante se podrá encontrar toda la información sobre la oferta cultural que se está desarrollando en el municipio sirviendo así también como punto de información cultural".
Esta casa también será también el punto de partida de la Ruta Hernandiana oriolana, que se está actualizando, y que recorrerá los lugares relacionados con la vida y obra del poeta. Además, en ella "se recibirá al visitante con un audiovisual sobre Miguel Hernández y su pueblo".

La concejalía de Cultura con el objetivo de llenar de actividad cultural este inmueble presentará de manera trimestral un amplio y variado programa de actividades para desarrollar en la casa que incluirán exposiciones, conferencias, talleres poéticos y literarios... "Lo que queremos es llenar de vida y de cultura esta casa donde nació el oriolano más universal con actividad permanente que atraiga a miles de personas y que permita también revitalizar este maravilloso entorno", ha comentado Mar Ezcurra y Aitor L. Larrabide.

martes, 6 de junio de 2017

El escritor José Luis Ferris rememora los últimos pasos del poeta alicantino, represaliado en 1942


Literatura

La soledad de los últimos años de Miguel Hernández

El escritor José Luis Ferris rememora los últimos pasos del poeta alicantino, represaliado en 1942

01.06.2017 | 16:57

La vida situó al poeta de Orihuela en una época de confusión social y política que derivó en tragedia. Hernández quiso ser un combatiente más, sin mayores privilegios que otros milicianos
"Yo nací en mala luna. / Tengo la pena de una sola pena / que vale más que toda la alegría". Con estos versos, íntimos y premonitorios, definía Miguel Hernández a comienzos de 1936 –sin intuir el pronto estallido de una guerra civil– su mapa emocional y las claves de su propio destino. La vida había situado al poeta de Orihuela en una época de confusión social y política como no se había conocido en nuestra historia contemporánea; un tiempo que derivó en tragedia y, en el caso de Hernández, en una muerte inhumana y vergonzante en la enfermería del Reformatorio de Adultos de Alicante el 28 de marzo de 1942.
Mucho se ha especulado sobre las circunstancias de ese homicidio (involuntario o consentido) que acabó con la vida de un poeta de apenas 31 años, pero el periplo carcelario de Miguel Hernández y su prematura desaparición física no son más que la consecuencia de unos hechos acaecidos al final de la contienda civil que nunca debieron ocurrir.

Tres años antes


Miguel Hernández había pasado la Navidad y las primeras semanas de enero de 1939 junto a su esposa. No quiso perderse esta vez la experiencia de ver nacer a su segundo hijo (el primero había fallecido con apenas 10 meses), Manuel Miguel, que venía al mundo el 4 de ese enero en la casa de Cox, a escasos kilómetros de Orihuela. Sin embargo, pocos días después se encontraba ya en Valencia, pendiente de las ­órdenes del comunista Vittorio Vidali, conocido en aquellos años como Comandante Carlos (comisario político y pieza clave de la Troika del Komintern), y de los dirigentes del Partido Comunista. Desde allí escribe el 18 de febrero a Josefina y le ­informa de la situación: "No te preocupes por mí, que dentro de poco tiempo me tienes a tu lado y al de nuestro Manolillo. Creo que no durará mucho la guerra, y está ­dentro de lo posible que cuando vaya será para vivir en paz y siempre con vosotros".
Miguel Hernández y su mujer Josefina. Fuente: Archivo
El 24 de febrero de 1939 se halla en Madrid, donde recibe la noticia de la muerte de Antonio Machado, sepultado el día anterior en el pueblecito francés de Collioure tras un penoso viaje de exilio y una estancia de apenas tres semanas marcadas por la enfermedad y el abatimiento.

Encuentros y desencuentros


Esos días de febrero, Miguel se había pasado por la sede madrileña de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para informarse a fondo sobre la situación en que se hallaban sus compañeros y él. El edificio de la Alianza había sido, en los tres años de contienda civil, más que una residencia para aquellos intelectuales, escritores y artistas que tenían en común la lucha antifascista y la defensa incondicional de la República. La vida allí se había desarrollado con inquietud y desasosiego, pero también creando espacios para la diversión, para el agasajo, para el ocio, para las recepciones y para las fiestas que permitieran las circunstancias. El comentario sobre esta faceta lúdica no es gratuito en tanto en cuanto acabó generando tensiones y desen­cuentros, algunos de mayor trascendencia dada la relevancia de los protagonistas. Y el episodio que levantó mayor revuelo fue la bofetada que la escritora María Teresa León propinó a Miguel Hernández en la misma sede de la alianza en las fechas que hemos comentado.
Los antecedentes del hecho cabe buscarlos en la actitud que cada uno de ellos tomó ante la contienda y ante la necesidad de defender el legítimo gobierno de la República. La labor valiente y decidida de María Teresa ha quedado probada, ya que desde el primer momento asumió cuantas responsabilidades le fueron dadas y derrochó esfuerzos para lograr que la inteligencia se impusiera a la barbarie y la sinrazón. Miguel Hernández encarnaba al poeta soldado que desde el estallido de la contienda quiso estar en la primera línea de fuego como un combatiente más y sin mayores privilegios que cualquier miliciano.
Fue en aquellos días de febrero de 1939, con la guerra prácticamente perdida, cuando el poeta oriolano acudió a la sede de la Alianza para recabar información sobre el momento tan delicado al que se enfrentaban. Allí se encontró con los preparativos de una fiesta que María Teresa León había organizado en homenaje a la mujer antifascista. Mucho era lo que Miguel Hernández, como decimos, había callado durante esos tres años de guerra, durante aquellas noches en las que llegaba abatido del frente, agotado de tanto espectáculo sangriento, y trataba de dormir algunas horas con la música de fondo de los bailes de disfraces y las "travesuras y algazaras" con las que sus compañeros libraban su batalla contra la muerte. Las diferencias tenían, pues, que aflorar por algún lado y, en aquella ocasión, la fiesta a la mujer antifascista fue motivo suficiente para que él no siguiera silenciando las evidentes desavenencias entre el poeta del pueblo y los llamados "intelectuales de retaguardia" o de "mono planchado y pistolas de juguete", según palabras de Juan Ramón Jiménez, quien en su libro 'Guerra en España' no se anduvo con tibiezas al escribir, años después, que "los poetas no tenían convencimiento de lo que decían. Eran señoritos, imitadores de guerrilleros, y paseaban sus rifles y sus pistolas de juguete por Madrid, vestidos con monos azules muy planchados. El único poeta, joven entonces, que peleó y escribió en el campo y en la cárcel, fue Miguel Hernández...".
El hecho es que Hernández irrumpió en el edificio de la Alianza y, tras descubrir el ambiente festivo que se respiraba en aquellos salones, los preparativos, los manteles, los alimentos dispuestos en las mesas, no pudo ocultar su indignación ante lo que le pareció un derroche y un alarde de resabio burgués mientras él y otros combatientes seguían jugándose el tipo en las trincheras. No había, además, en aquel palacio mujer antifascista que se pareciera a las campesinas que había visto en los pueblos y en los frentes luchando como hombres, ninguna que le recordara a Rosario Sánchez, la Dinamitera, ni tan siquiera a esas madres, hermanas o esposas que enterraban a diario a hijos, hermanos y compañeros.
Miguel se dirigió entonces visiblemente irritado a Rafael Alberti, con Antonio Aparicio como testigo, y le lanzó la frase: "Aquí hay mucha puta y mucho hijo de puta". El autor de 'Sobre los ángeles' le instó a repetir esas palabras en voz alta y delante de los otros compañeros de la Alianza. Ante el desafío, el poeta oriolano se aproximó a una pizarra que colgaba de una de las paredes de aquella dependencia y reprodujo la frase con amplios caracteres. Antes de que Miguel abandonara la sede, María Teresa León vio y leyó el insulto, se sintió aludida, pues ella se había encargado personalmente de organizar aquel banquete de homenaje, y se fue en busca de Miguel. La respuesta de la autora de 'Memoria de la melancolía' fue una enérgica bofetada que, al parecer, hizo caer al poeta. Ni que decir tiene que, desde aquel momento, la relación entre ambos no fue la misma, pero a pesar de ello, de aquel choque entre dos temperamentos fuertes, nada impidió que en el recuerdo de María Teresa, Miguel Hernández quedara para siempre como una criatura admirable, inocente y perdida en un mundo que no jugaba con su misma limpieza.

Un poeta en la estacada


Las semanas que precedieron a aquel 28 de marzo en el que, con la toma de Madrid, se daba por concluida la Guerra Civil española, Miguel Hernández fue víctima y testigo de la desbandada y del caos que imperaba a su alrededor. El consejo que recaba esos días de Vicente Aleixandre y de José María de Cossío es que abandone España cuanto antes, ya que su nombre, por la relevancia que había adquirido durante la contienda, sería de los primeros en aparecer en la lista de represaliados. Por mediación de Antonio Aparicio y de Juvencio Valle, se anima a visitar a un viejo conocido, Carlos Morla Lynch, encargado de negocios en la embajada de Chile en Madrid.
La figura de Morla Lynch resulta clave para reconstruir los últimos días de guerra en la capital, así como la suerte que iba a correr Miguel ante el peligro que se avecinaba. Y el primer dato nos sitúa en el domingo 26 de febrero de 1939. Ese día, según el diplomático chileno, en las dependencias de la Alianza se produjo el último encuentro (o desencuentro) entre Rafael Alberti, María Teresa León y el poeta de Orihuela, un Miguel Hernández visiblemente contrariado y perdido. Pesaba sobre los tres, sin duda, la sombra del episodio de la bofetada y el distanciamiento que este percance supuso entre la pareja y el autor de 'Viento del pueblo'. Los tres sabían que la situación era grave e insostenible, y que cualquier decisión tomada a tiempo podía significar la salvación o la condena.
Lo cierto es que, al día siguiente, el 27 de febrero, Alberti y León salían de Madrid en un coche dispuesto para ellos por el jefe de la aviación republicana, Hidalgo de Cisneros, rumbo a Elda, la localidad alicantina donde, por cuestiones de seguridad y estrategia, se había instalado el último gobierno de la República. Esa misma mañana, Carlos Morla recibía de Alberti una lista de recomendados en la que no aparecía el nombre de Hernández, aunque sí el de su secretario, Joaquín Miñana, y el de Antonio Aparicio. De todo ello daba cuenta en sus notas privadas, con cierto reproche, el diplomático el martes 28 de febrero de 1939: "Ha venido a verme esta mañana el poeta chileno comunista Juvencio Valle, acompañado de Miguel Hernández [...]. El peligro en que se encuentra es grande y viene a pedirme ´asilo´ [...]. Querría salir de España, dan pasaportes a millares, pero naturalmente no a los de edad militar que están movilizados [...]. Sin embargo, sale todo el que puede hacerlo. Me cuentan que Alberti, María Teresa León y Santiago Ontañón han salido ya, sin acordarse de él [de Miguel Hernández]. Así es la vida. Por eso estaban tan tranquilos el otro día...".
El poeta orielano Miguel Hernández. Fuente: Archivos
El miércoles 1 de marzo de 1939, Morla Lynch, sin ocultar de nuevo su indignación y sus reproches a Rafael Alberti, escribía en el diario: "...me preocupa el caso del poeta-pastor Miguel Hernández. Ha escrito mucho en folletos y artículos en contra de los nacionalistas y me aseguran que Franco ha dictado leyes muy duras en contra de los periodistas que hayan obrado de esa forma. No considero, en este caso, suficiente garantía el asilo en la embajada de Chile ya que me pueden pedir la entrega de ellos [...]. [Miguel Hernández] no ha pensado un momento en tomar medidas de precaución, y Alberti, que tenía su salida muy arreglada, no se ha preocupado de él a pesar de que también era miembro de la Alianza Intelectual".
Pocos días después, con la conjuración de Casado, las cosas adquirían un cariz siniestro para el poeta. Mientras tanto, Rafael Alberti y María Teresa León se encontraban reunidos, desde hacía una semana, con los líderes comunistas del maltrecho gobierno republicano en la finca alicantina El Poblet, conocida como Posición Yuste, situada a escasos 65 km de Orihuela. Desde allí, hacia las 4 de la madrugada del 7 de marzo de 1939, el matrimonio de escritores despegaba a bordo de un Dragón en compañía de Núñez Mazas, ministro del Aire; de Antonio Cordón, titular de Guerra, y de los dos pilotos, camino de Orán.
En el amanecer de ese día, Miguel Hernández caminaba sin rumbo por Madrid. Como apunta Antonio Muñoz Molina: "No hubo plaza en ningún avión ni pasaporte de última hora para quien había puesto su vida entera, su nombre y su literatura al servicio de la República...".

La trágica cadena del destino


El 9 de marzo, Miguel Hernández se reúne con José María de Cossío y este le acompaña hasta la salida de la capital. Cinco días más tarde, el poeta se encuentra ya en Cox, junto a su esposa y su hijo. Recapacita sobre la gravedad de su situación y, a mediados de abril, decide buscar refugio en un lugar más seguro. El día 20 de ese mes parte de Alicante con rumbo incierto. Sería, al parecer, el poeta falangista Eduardo Llosent Marañón, viejo compañero en las Misiones Pedagógicas y, en aquellos momentos, flamante director del Museo de Arte Moderno de Madrid, quien le proporcionaría una carta de recomendación para que la presentara en Sevilla a Joaquín Romero Murube. Con él se entrevista la mañana del 24 de abril y pocos días después está camino de Cádiz, en busca de Pedro Pérez Clotet, director de la revista 'Isla' y antiguo conocido del poeta, pero este no responde a su llamada. Ante el nuevo contratiempo, Hernández decidió huir hacia la frontera portuguesa.
El 29 de abril de 1939, Miguel cruzó a Portugal por un paso clandestino en las cercanías de Rosal de la Frontera. Alcanzó el pueblo portugués de Santo Aleixo a las 16 horas del día siguiente, internándose posteriormente en Moura. El domingo 30 de abril se vio necesitado de dinero para comer y recuperar las fuerzas después de una semana atravesando tierras andaluzas y durmiendo a la intemperie. Vendió el traje oscuro que portaba en una caja y el reloj de oro que le había regalado Vicente Aleixandre, pero su aspecto, que no debía de ser nada saludable, levantó las sospechas del comprador, que acabó denunciándole a la policía salazarista. Esta entregó al preso a las autoridades españolas de Rosal de la Frontera el 4 de mayo.
No se trataba, pues, de una detención por razones políticas, sino de un capricho del destino que el confiado de Miguel no había previsto en ningún momento. Ante los miembros de la Benemérita, el poeta defiende su inocencia, pero con tan mala fortuna que, cuando uno de los agentes parece apiadarse de él y decide ponerlo en libertad, se produce el cambio de guardia. El mando entrante resulta ser paisano de Hernández, del pueblo vecino de Callosa de Segura: un guardia civil apellidado Salinas que lo identifica de inmediato, se ensaña con él y le acusa de haber sido un activo comunista al servicio de la República y un significado escritor revolucionario.
Era, pese a la gravedad del momento, sólo el principio de un largo vía crucis carcelario que acabaría con su vida tres años después, en la última estación: el Reformatorio de Adultos de Alicante. Acababa así el itinerario del poeta pastor de Orihuela, ese joven cuyo compromiso con la vida, en todas sus manifestaciones, le llevó a cantar con igual entrega la fuerza del deseo, la plenitud de la naturaleza y la honda grandeza del sufrimiento humano.
Contar la vida de Miguel Hernández es una aventura porque su perfil rompe moldes y derriba normas y estadísticas, se ajusta a un caso verdaderamente excepcional como escritor y como hombre. Lo que importa, sin embargo, es que 75 años después de aquel final, su memoria sigue viva, transformada ya en un órgano literario que no ha dejado de latir, de crecer y de expandirse entre cientos de miles de lectores.

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