Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

martes, 28 de marzo de 2017

75 años de la muerte del poeta del pueblo. 28 de marzo 2017. miguel hernandez.

 

 

 

Poeta del pueblo

28.03.2017 | 04:48 /diario Información de Alicante

  Hoy 28 de marzo de 2017, se cumplen los 75 años de la muerte de Miguel Hernández Gilabert. Numerosos artículos y entrevistas se están publicando en prensa y en medios de comunicación, pero no siempre se está diciendo la verdad.
Respecto al periodo carcelario y muerte en Alicante he de puntualizar que ingresó en el Reformatorio de Adultos de Alicante el 29 de junio de 1941, procedente del de Ocaña, pero no llegó directamente sino que como la escolta de presos se realizaba por ferrocarril, de Ocaña lo llevaron a la Atocha de Madrid para hacer trasbordo, luego otro en Alcázar de San Juan, noche en Albacete y luego a Alicante. Tras un periodo de aislamiento de veinticincos días, donde empeoró de una anemia que tenía, lo llevaron a la celda nº 100 de la 4ª galería. El 1 de diciembre ingresó en la Enfermería por unos problemas estomacales, y se le complicó su maltrecha salud que desembocó en una tuberculosis.
Miguel murió solo y con los ojos abiertos a las 5.30 horas de un sábado el 28 de marzo de 1942, víspera de un Domingo de Ramos, su compañero de celda Joaquín Ramón Rocamora (estaba allí porque había sido operado de un ojo), estaba durmiendo después de haber estado casi toda la noche a su lado, que es quien le incorporaba cuando hace falta y le curaba las llagas, que apestaban. Los enfermeros no querían entrar de noche. Los enfermeros de imaginaria eran Vicente Beneyto Luna y Blas Parreño Morell. Antonio Ramón Cuenca era el encargado de la limpieza de la Enfermería, a pesar de que le dijeron que la enfermedad de Miguel era contagiosa, él le estuvo limpiando la zona de su cama hasta dos días antes de su muerte, en unas condiciones pésimas, los médicos también eran reclusos. El medico auxiliar recluso Ángel Payá, manifestó al Jefe del Servicio que: «trataron de cerrarle los ojos, incluso él mismo intentó más tarde hacerlo no habiéndolo conseguido por tratarse de un enfermo que tenía el hábito de dormir con los ojos abiertos».
El médico Oficial Sr. José María Pérez Miralles redactó un informe en suya prescripción dice que «no pudieron cerrarle los párpados por los medios mecánicos corrientes, ya que en vida dicho individuo recluso padecía un síndrome típico de hipertiroidismo con sus facies de terror (síntoma de Kaus) con su triada de fijeza, insistencia y resplandor en la mirada» y en otro párrafo añade que «su síntoma psíquico puesto de manifiesto en su producción literaria y que encaja en lo que Pende llama "taquipsiquia" –viveza mental y emotividad exagerada- típica de dicho síntoma». El Dr. José María Pérez Miralles parecía más un médico psiquiatra que un médico forense, que sería lo correcto después de muerto.
Lo bajaron al sótano donde recluso Eusebio de Oca Pérez, minusválido y maestro, le hizo un dibujo de Miguel amortajado, cuyo hijo Julio (Petete) se hacía pasar por Manolillo, para que Miguel pudiera abrazarlo. No en las duchas del sótano de le enfermería como aseguraban otros presos. Eusebio transcribió e ilustró el cuento El potro oscuro de Miguel. Del 24 de septiembre, día de la Merced, patrona de la instituciones penitencias, hubo jornada de reunión de los familiares con los presos en el patio de la cárcel donde estuvo viendo y abrazando a su hijo Manolillo, a Josefina Manresa, a Elvira, su hermana y a los hijos de ésta Rosita y Paco.
A las 18.15 horas lo recogió el encargado de las pompas fúnebres. Sanidad no dejó que vieran el cadáver, y lo trasladaron al depósito de cadáveres del cementerio de la Virgen del Remedio en un coche de caballos acompañado por cinco personas detrás en una tartana: Josefina Manresa, Elvira Hernández, Miguel Abas Miró (que había pagado del ataúd), Ricardo Fuente y Consuelo una vecina. La familia, no pudieron velarlo en el cementerio y lo hicieron en casa de Elvira en calle Pardo Jimeno nº 15. Lo enterraron a las 10 de la mañana del día donde acudieron varias personas venidas de Orihuela como Vicente, el hermano de Miguel, Justino Marín, hermano de Ramón Sijé, y Eladio Belda, un industrial de Orihuela que le dio 800 pesetas a Josefina para el alquiler del nicho 1009 situado en calle San Pascual de dicho cementerio. No vinieron los padres, pues el padre, que en cierta manera era conservador dijo: «Él se lo ha buscado».