Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

sábado, 20 de agosto de 2011

Centenario del nacimiento de Gabriel Celaya


Creo que ha pasado inadvertido en los medios de comunciación el I centenario del nacimiento del poeta vasco Gabriel Celaya. Lo traemos a colación porque conocío a Miguel Hernández en Madrid.

BIOGRAFÍA

Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta nació en Hernani, Guipúzcoa, 18 de marzo de 1911 , falleció en Madrid, 18 de abril de 1991, conocido como Gabriel Celaya, fue un poeta español de la generación literaria de posguerra. Fue uno de los más destacados representantes de la que se denominó «poesía comprometida».

Presionado por su padre, se radicó en Madrid donde inició sus estudios de Ingeniería y trabajó por un tiempo en la empresa familiar. Conoció allí a los poetas del 27 y a otros intelectuales que lo inclinaron en el campo de la literatura, dedicándose desde entonces por entero a la poesía. En 1947 fundó en San Sebastián, con su inseparable Amparo Gastón, la colección de poesía «Norte». Obtuvo en 1956 el Premio de la Crítica por su libro «De claro en claro», al que siguieron entre otros, «Plural» (1935), «Cantos Íberos» (1955), «Casi en prosa» (1972), «Buenos días, buenas noches» (1976) y «Penúltimos poemas» en (1982). En 1986 recibió el Premio Nacional de las Letras Españolas.
Ingeniero industrial de profesión. Entre los años 1927 a 1935 vivió en la Residencia de Estudiantes, donde conoció a Federico García Lorca y José Moreno Villa.

RELACIÓN CON MIGUEL HERNÁNDEZ:
Por María Rodríguez Martínez

Gabriel Celaya conoció a Miguel Hernández antes de la Guerra Civil, en el Madrid de las tertulias. A ambos les unió su militancia comunista, militancia que Celaya siguió hasta el final de sus días. Tuvieron amigos comunes junto a Pablo Neruda, como es el caso de Vicente Aleixandre, al que Gabriel Celaya dedicó un poema-homenaje en 1964. De hecho, la poesía social de Gabriel Celaya continúa, de algún modo, con la poesía comprometida que inició Miguel Hernández. Amigo de Alberti y de Salinas, vio con infinita tristeza cómo muchos de sus mejores amigos partían hacia el exilio o el destierro. Sufrió como propio el asesinato de Lorca o la muerte del propio Miguel Hernández. Puso su palabra al servicio de los que nada tenían, denunciando los atropellos en una España desgarrada por la Guerra Civil, violentada y humillada por el Régimen.

Prueba de su amistad con Miguel Hernández es que, en el libro de Vicente Ramos y Manuel Molina, “Miguel Hernández en Alicante” (1976), escrito poco después de la obra de María de Gracia Ifach, “Miguel Hernández, rayo que no cesa” (1975), aparece Celaya como iniciador de la suscripción que consiguió pagar el nicho de Miguel. Esta suscripción se inició tras la petición de ayuda de la viuda de Hernández a Ramos y a Molina. Ésta, necesitaba dinero para poder adquirir en propiedad el nicho donde, desde 1942, reposaban los restos mortales de Miguel Hernández, e impedir que éstos fuesen a parar a una fosa común, ya que se adquirió en régimen de alquiler y el contrato estaba a punto de expirar. Vicente Ramos y Manuel Molina pidieron ayuda a sus amigos poetas e intelectuales: Aleixandre, Cela, Buero Vallejo,…Y éstos, a su vez, pidieron ayuda a otros amigos, como la colaboración de Celaya, que le lleva a iniciar, en 1952, diez años después de la muerte de Hernández, una campaña en memoria de éste, a través de la prensa local.

“[…] Los poetas alicantinos del Grupo Ifach, dando por bueno que existe entre nosotros esta conciencia, se han dirigido a mí, y a través de mí se dirigen a todos los poetas y amigos de la poesía de Guipúzcoa, pidiendo que les ayudemos a evitar que los restos mortales de Miguel Hernández vayan a parar a una fosa común. Pues a ella irán dentro de pocas semanas si sus amigos y admiradores no aportamos las tristes pesetas necesarias para reservarle el nicho que aún ocupa”. (“La actualidad de Miguel Hernández”. Publicado en “Nuestras Ideas”, París, 1962).

Esta noble iniciativa lo enemistó con la prensa del momento, pero también por ello ha sido reconocido por tan solidario gesto.

“Algún amigo se ha sorprendido de que yo, (…), me alarme, y casi me escandalice, ante la idea de que los últimos restos de Miguel Hernández caigan en la fosa común. Pero uno es débil. Más débil ante sus amigos muertos que ante sí mismo. Y hay un golpe de corazón, loco, irrazonable, que se rebela contra la idea de la extinción total. (…) Y cuantos algunas veces hayan vivido con Miguel, en Miguel, por obra y gracia de sus versos, sentirán, como yo siento, que sus restos deben conservarse. Así lo espero al menos”. (“La actualidad de Miguel Hernández”. Publicado en “Nuestras Ideas”, París, 1962).

Como cita María de Gracia Ifach en nota 196 de la p.334 de su libro "Miguel Hernández, rayo que no cesa" Plaza & Janés. 1975: “La sepultura, en calidad temporal, fue adquirida por la viuda a perpetuidad en 1952, mediante suscripción entre poetas y escritores, iniciada y estimulada por Gabriel Celaya”. Lo cual es erróneo como escribieron Vicente Ramon y Manuel Molina en la página 141 de su libro Miguel Hernández en Alicante, Colección Ifach, 1976, donde escriben:
Subrayamos el contenido erróneo de la nota [se refieren a la de María de Gracia Ifach].
El error procede, no de la autora, sino del silencio que a lo largo de veinticuatro años hemos guardado, por pudor, acerca de este punto, y prueba evidente de este recato es el hecho de que, siendo María de Gracia Ifach (Josefina Escolano), queridísima amiga nuestra desde 1950 -acaso tan vez antes-, jamás le hemos dicho nada sontre la circunstancia que facilitó la compra del nicho...La cosas ocurrieron así: a finales de 1951... Josefina Manresa nos recordó que, en marzo de 952, se cumplían el plazo para comprar el nicho...por lo que recurrimos a treinta y cinco amigos en solicitud de ayuda... entre los amigos elegidos estaba Gabriel Celaya
[con el que manutvieron correspondecia]

En las páginas 166 a 168 del libro de Vicente Ramos y Manuel Molina, se recoge una carta de Gabriel Celaya a Manuel Molina de 31 de mayo de 1959, donde le interesa datos biográficos sobre Miguel Hernández: "Quiero escribir algo serio, verídico y bien documentado..."

El resultado de la iniciativa fue comentado por el propio Celaya, que cita palabras como:

“[…] El resultado de esta suscripción popular me sorprendió, y no tanto por la cantidad que reunimos, pequeña, aunque suficiente para lo que se pretendía, sino porque esos pocos de miles de pesetas se consiguieron a base de aportaciones que a veces no pasaban de las cincuenta a las cien pesetas. No nos habíamos equivocado. El nombre de Miguel Hernández era popular a pesar del silencio en que el franquismo quería sumirlo”. (“La actualidad de Miguel Hernández”. Publicado en “Nuestras Ideas”, París, 1962).

Un bello gesto que refleja el cariño que Celaya sentía por el poeta oriolano, y que también queda patente en este poema-homenaje que le dedicó, y que lleva por título “Ven, Miguel”:

“Han llamado a la puerta, y no, no era Miguel
tampoco esta vez. ¿Por qué no viene, por qué
es imposible que venga? Le estoy esperando siempre
para hablar como tan sólo podría hablar con él.
¡Le necesito tanto! Porque él resolvería
con un solo zarpazo lo que no logro entender.
Han cambiado los tiempos, ¡vaya si lo sé!,
y ahora está tan de moda jugar al ajedrez
que añoro aquella furia solar y aquel tajante
distinguir al íbero toro del manso buey.
Barajo y más barajo sus versos abrasados
mas su verdad radiante despierta aún más mi sed
de tenerle aquí al lado, para luchar, y ser”.


En los años 1960-1961 Celaya participó, con motivo del cincuentenario del nacimiento del poeta, en algunas revistas con artículos dedicados a Miguel Hernández. Un claro ejemplo de estos artículos sería el titulado “¿Por qué Miguel Hernández?”, que apareció en “El País”, el domingo 30 de mayo de 1976. Y en el que Celaya da cuenta de cómo el Gobierno había prohibido los actos que se habían organizado para homenajear a Miguel Hernández. Y cita unas palabras de Miguel: “Intuí, sentí venir contra mi vida, como un gran aire, la gran tragedia, la tremenda experiencia poética que se avecinaba en España, y me metí, pueblo adentro, más hondo de lo que estoy metido desde que me parieran, dispuesto a defenderlo firmemente”. Para a continuación darnos una lección sobre tan profundas palabras: “No se trata de que Miguel fuera mejor poeta que José María Pemán sino que se hizo tal porque en poesía, como en todo, comprender lo que hay que hacer no sirve de nada si ideamos las soluciones en lugar de extraerlas de un vivido contacto con lo real tal y como Miguel Hernández las extrajo de su circunstancia”.