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Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

miércoles, 17 de agosto de 2011

75 años del fusilamiento de Federico García Lorca


La madrugada del 18 al 19 de agosto de 1936, los fascistas fusilaron a Federico García Lorca en el barrano de Víznar, cerca de Alfacar (GR), su cadáver todavía no se ha encontrado. Se cuenta que la familia logró recoger el cadáver de la fosa y se lo llevaron a otro lugar.



MIGUEL HERNÁNDEZ Y FEDERICO GARCÍA LORCA
Por Francisco Esteve
Presidente de la Asociación de Amigos de Miguel Hernández



El 12 de septiembre de 1936 escribía Miguel Hernández, desde Orihuela, una carta a su amigo José María Cossío en la que le pregunta sorprendido: “¿Es cierto, cierto lo de Federico García Lorca?”. Y es que Miguel se resiste a aceptar la noticia de que su amigo, su compañero hubiera sido asesinado unos días antes en su Granada natal. Este “manotazo duro” este “golpe helado” le hace exclamar en su “Elegía primera” dedicada al poeta asesinado [publicada en Viento del pueblo 1937]:
“ Federico García
hasta ayer se llamó: polvo se llama.
Ayer tuvo un espacio bajo el día
que hoy el hoyo le da bajo la grama.
(...)
Rodea mi garganta tu agonía
como un hierro de horca
y pruebo una bebida funeraria.
Tú sabes, Federico García Lorca,
que soy de los que gozan una muerte diaria.”

Según la mayoría de biógrafos hernandianos, esta noticia sobre el asesinato de García Lorca fue el detonante último que impulsó a Miguel a marchar a Madrid el 17 de septiembre de 1936 para incorporarse como voluntario en el V Regimiento y defender así la memoria de su compañero muerto. Para valorar en su medida esta decisión de Miguel Hernández hay que tener en cuenta que este viaje a Madrid –sin retorno previsto- suponía dejar en Orihuela a su novia Josefina en unos momentos en los que ella más lo necesitaba, ya que el padre de Josefina - guardia civil – había sido asesinado en Elda por un grupo de milicianos el 13 de agosto, unos seis días antes de que fuera también fusilado García Lorca.
Las relaciones entre Miguel Hernández y García Lorca se iniciaron en enero de 1933 cuando ambos poetas se conocieron personalmente en Murcia donde acudió García Lorca con motivo de la representación del auto calderoniano La vida es sueño a cargo del grupo teatral “La Barraca”. Miguel aprovechó esta ocasión para presentar a Lorca las galeradas de su primera obra Perito en lunas que mereció los elogios del poeta granadino. En el momento de este primer encuentro entre ambos poetas García Lorca contaba con 34 años de edad y Miguel tenía 22 años. Federico se encontraba ya en la cima del reconocimiento mientras que Miguel estaba empezando su periplo poético. Por ello, este primer contacto entre ambos poetas supuso para Miguel un importante estímulo para su incipiente carrera literaria.
Animado por las palabras elogiosas de García Lorca en su encuentro murciano, Miguel le escribe el 10 de abril de 1933 solicitando su comprensión y apoyo: “Federico: no quiero que me compadezca; quiero que me comprenda- Aquí, en mi huerto, en un chiquero, aguardo respuesta feliz suya, y pronto, o respuesta simplemente (...)”
A finales de abril Lorca le contesta con una carta llena de estímulos a su quehacer poético: “ No te he olvidado. Pero vivo mucho y la pluma de las cartas se me va de las manos. Me acuerdo mucho de ti porque sé que sufres con esas gentes puercas que te rodean y me apeno de ver tu fuerza vital y luminosa encerrada en el corral y dándose topetazos por las paredes. Pero así aprendes. Así aprendes a superarte en ese terrible aprendizaje que te está dando la vida. Tu libro está en el silencio, como todos los primeros libros, como mi primer libro, que tanto encanto y tanta fuerza tenía. Escribe, lee, estudia. ¡LUCHA! No seas vanidoso de tu obra. Tu libro es fuerte, tiene muchas cosas de interés y revela a los buenos ojos pasión de hombre, pero no tiene más cojones, como tú dices, que los de casi todos los poetas consagrados. Cálmate. Hoy se hace en España la más hermosa poesía de Europa. Pero por otra parte la gente es injusta. No se merece Perito en lunas ese silencio estúpido, no. Merece la atención y el estímulo y el amor de los buenos.(...)”
En otras tres ocasiones escribe Miguel Hernández a García Lorca (30 de mayo de 1933, diciembre de 1934 y 1 de febrero de 1935) sin que se produjera la respuesta del poeta granadino que, en esos momentos, se encontraba en plena efervescencia creadora con el estreno de Yerma y la preparación de Doña Rosita la soltera que estrenaría finalmente a finales de 1935. El propio Miguel intenta atribuir este silencio epistolar de García Lorca a su desbordado trabajo: “ Espero tu carta, Federico. ¿No lo has hecho por tu Yerma? Bueno. Hazlo ya.”
Pero esta interrupción de las relaciones epistolares entre ambos poetas no supuso para Miguel la ruptura de su admiración y su amistad con quien consideraba como uno de los mejores poetas de su época: “El solo era una nación de poesía...” dijo Miguel en el discurso que pronunció en el Ateneo de Alicante durante el homenaje a García Lorca en plena guerra civil. Sin embargo, algunos biógrafos consideran que esta amistad y admiración de Miguel hacia Lorca no era correspondida en el mismo grado por parte del autor del Romancero gitano. Así, para Sánchez Vidal, “tanto Federico como Cernuda rehuían abiertamente a Hernández, encontrando propias de un cierto exhibicionismo rusticano las esparteñas que calzaba el poeta.”
Son muchos los testimonios de la admiración que sentía Miguel por García Lorca. De hecho, Lorca está presente de forma continua en la obra hernandiana. En la dedicatoria de su libro El hombre acecha a Pablo Neruda no puede faltar su emocionado recuerdo a Federico: “ Pablo: Oigo tus pasos hechos a cruzar la noche, que vuelven a sonar sobre las losas de Madrid, junto a Federico, a Vicente, a Delia, a mí mismo.” Lo mismo ocurre en el poema de Hernández “Llamo a los poetas” en donde evoca a todos aquellos poetas que más impacto dejaron en su vida y en su obra, otorgando el primer lugar de todos ellos a Federico García Lorca:
Hablemos, Federico, Vicente, Pablo, Antonio,
Luis, Juan Ramón, Emilio, Manolo, Rafael,
Arturo, Pedro, Juan, Antonio, León Felipe:
Hablemos sobre el viento y la cosecha.

La muerte temprana de Federico García Lorca supone una gran conmoción para Miguel que intenta expresar a través de su “Elegía Primera”, dedicada al recuerdo del poeta y amigo asesinado:
Entre todos los muertos de elegía,
sin olvidar el eco de ninguno,
por haber resonado más en el alma mía,
la mano de mi llanto escoge uno.

El destino trágico de ambos poetas les une, además, con una mayor fuerza que hace unir sus voces en un mismo clamor que, cual viento del pueblo, sigue resonando a través del tiempo. Esta simbiosis entre Federico y Miguel ha sido reconocida por muchos poetas que, como Pablo Neruda, les recuerdan conjuntamente: “Federico era el torrente de aguas y palomas que se levanta del lenguaje para llevar semillas de lo desconocido a todas las fronteras humanas. Miguel Hernández, poeta de la abundancia increíble, de fuerza celestial y genital, era el corazón heredero de estos dos ríos de hierro: la tradición y la revolución.”


(RevistaPERITO, nº 9 octubre 2006)

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