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Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

viernes, 26 de marzo de 2010

Tina Modotti en Peking


Tina Modotti en Peking
Texto y fotografías: Wilfredo Carrizales

[Tina Modotti (María en españa, amiga de Vittorio Vidali) fue la autora de las fotografías para Viento del Pueblo 1937 de Miguel Hernanández.

De la segunda y fértil estadía de en México (1923-1930) llegan a Peking veintiséis fotografías copiadas en plata sobre gelatina para ser exhibidas en el Instituto Cervantes. En esta serie de imágenes en blanco y negro la artista italiana se nos muestra como una avezada y sensible fotógrafa que ha aprendido muy bien las lecciones de su maestro y compañero de vida, Edward Weston.

Tina Modotti nos cautiva desde un primer momento por su nuevo modo de enfrentar el soporte fotográfico y de capturar escenas, personajes y símbolos de la cotidianidad mexicana que antes no habían sido mirados con tanta pasión e involucramiento.

Ella se identifica y solidariza con los desposeídos y sus imágenes quieren ser denuncia y testimonio, pero nunca deja de lado su preocupación estética para que lo captado por su lente adquiera otra dimensión que lo ubique en un plano de fecunda inspiración creativa.

Las manos acostumbradas al trabajo fueron tema recurrente en la mirada solidaria y atenta de Tina Modotti. En “Manos con títeres” vemos una mano recia de hombre surcada por venas brotadas que parece estar reparando la mano de un títere. Las dos manos están posadas sobre una superficie plana y parecen pertenecer a un mismo dueño; esas manos hablan y nos cuentan y completan lo que está fuera del marco. En “Manos con pala” sólo escudriñamos unas rústicas y sucias manos descansando, una sobre la otra, encima de la agarradera de la pala. Apenas un retazo del traje blanco del trabajador nos basta para imaginarnos su rostro curtido y la expresión de sus ojos. En “Manos lavando” encontramos unas manos femeninas afanadas en lavar una tela. Casi escuchamos el jadeo de la mujer y el sonido de la tela al ser restregada una y otra vez para que se despercuda y gane blancura.

Varias escenas de vida campesina nos trasladan hasta el ámbito donde se debaten las esperanzas, los sueños y las vigilias de los labriegos y sus familias. En “Asamblea campesina” miramos los rostros adustos que buscan una salida a su precaria situación y los congregados muestran sus vestimentas albas al esplendor del sol. Desaparecen momentáneamente las angustias de la miseria en “Fiesta popular”, donde las gentes campesinas se divierten, beben y calman sus penas con música y baile. En “Mitin campesino” asistimos a la discusión de los problemas acuciantes y a los debates acerca de sus posibles y necesarias soluciones. Volvemos la mirada más allá y nos topamos con una “Familia campesina” que ha salido toda a la puerta de su humilde vivienda y cuyos miembros se han sentado o simplemente permanecen de pie y miran a la cámara fotográfica, con la certeza de que pasarán a un registro histórico importante, mientras los maíces se asolean frente a ellos, esparcidos por el suelo y nutriendo la escena con el brillo de sus granos y la elocuencia de su origen arduo.

Los niños no podían faltar en la visión artística que atestigua de Tina Modotti. Así aguzamos los ojos y la mirada nos lleva al encuentro de diversos niños y niñas signados por una manifiesta tristeza y un entorno que no simula su alejamiento de la alegría de vivir, pues el trabajo desde muy temprano ha tocado a la puerta y no admite esperas, ni retrasos. Son niños y niñas retratados con las almas al desnudo y unas expresiones faciales que son páginas abiertas de un diario que se escribe con pesimismo. Únicamente un “Niño amamantándose” se escapa por breve tiempo del duro acontecer y se limita a chupar las tetas pródigas de su madre hasta hartarse y regodearse con una felicidad efímera.

Dentro de las fotografías que Tina Modotti le dedicó a las mujeres de las etnias indígenas de México, se destacan dos soberbias imágenes que recogen, casi como si hubiesen posado expresamente, mujeres juchitecas, hermosas y lozanas, exhibiendo sus hermosos trajes típicos y su loza pintada, mientras sus miradas atisban hacia un horizonte pleno de dificultades y peligros.

Otras mujeres de Tina Modotti llevan luto y sufren o portan banderas y semejan heroínas de una lucha que apenas se iniciaba y en donde ellas siempre sacaron la peor parte y su grito de rebeldía apenas fue escuchado por el poder machista largamente entronizado en la nación de latifundistas, pistoleros y violencia política.

¿Lograría Tina Modotti, aquel 5 de enero de 1942, durante su tercera y última estadía en México, fotografiar previamente a la muerte con bigotes y sombrero de charro que la seguía muy de cerca?

(Creo que en muchos aspectos, Tina Modotti continuó su vida artística póstuma gracias al trabajo proseguido por su alumno Manuel Álvarez Bravo, de quien ella fue su mentora).


Publicado en LETRALIA