Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

jueves, 11 de febrero de 2010

El rayo que no cesa


(Dibujo de Ramón Fernández. Soneto 27.- Lluviosos ojos que lluviosamente)
El Rayo que no cesa, de Miguel Hernández, 1936

Lluviosos ojos que lluviosamente
me hacéis penar: lluviosas soledades,
balcones de las rudas tempestades
que hay en mi coraón adolescente.

En el primer cuarteto hay una persistencia por la palabra lluvioso, que como ya describí en mi nota 37 del pie de página, léxico, que ya empleó. Sin embargo, en «lluviosas soledades», sí hallamos parangón en los sonetos Soledades de Luis de Góngora, o más próximo a la poesía modernista de Soledades, de 1902, de Antonio Machado. Ya vimos lluviosas almas en «Nubes y arcángeles», (v. 9).

Lo esencial no es la inicial realidad nombrada, sino lo sugerido, lo elevado, el recuerdo que ha encendido esa realidad, y el sentido que ahora en... ese momento concreto, tiene para el poeta. Una realidad subjetiva. En el segundo cuarteto (vv. 5-8), en balcones de rudas tempestades, entiendo que balcón es la cabeza, porque ya en la tercera cuarteta de «Carnívoro cuchillo» nos dice «florido balcón de mis edades tempranas». El florido balcón de su memoria fresca, pensamientos que hay en su cabeza.

La segunda cuarteta tiene mucho de Canto a la Argentina de 1914 de Rubén Darío: «rosales eléctricos, flores / miliunanochescas, pompas / babilónicas, timbres, trompas, / paso de ruedas y yuntas [...]». Donde apreciamos babilónicamente y babilónicas. En el mismo poema de Rubén Darío también rescatamos: metrópolis, que aparece en el primer terceto:

Y vio en lo inmemorial del pasado
las metrópolis reinas que fueron
[...]